La tradición funeraria de las flores - Funeraria Noega

Despedir a nuestros seres queridos

El fallecimiento de un ser querido es, indudablemente, un momento de gran carga emotiva y, por esta razón, los eventos alrededor de este suceso, como el velatorio, el funeral y el entierro o la cremación tienen gran importancia a la hora de conmemorar el recuerdo y el legado de la persona, poder despedirse de ella y rendirle homenaje. 

En Funerarias Noega conocemos bien la trascendencia de estos actos de despedida en los que cada detalle debe ser cuidado al máximo, a fin de reconfortar a los asistentes en esos duros momentos y ofrecer el mayor respeto a la persona que nos ha dejado.

Entre todos los servicios funerarios destinados a proporcionar a las familias una despedida memorable, las flores y los arreglos florales son y han sido, tradicionalmente, un gesto de consideración y amor imprescindible. Pero ¿de dónde viene esta costumbre tan arraigada? 

El origen de este rito funerario

Los arreglos florales no suelen faltar en ningún tanatorio a la hora de dar el último adiós y presentar respeto a nuestros seres queridos, un detalle muy simbólico, cargado de belleza y cuyo origen data de alrededor del año 11.000 a. C, durante la Edad de Piedra, habiéndose encontrado en los enterramientos y tumbas, además del ajuar funerario, restos de menta, salvia u otras hierbas, que se disponían a modo de lecho para el difunto. 

En lo que respecta a los romanos, en las clases adineradas, las familias, además de contratar músicos y «lloradores», pronunciaban oraciones y discursos para homenajear al fallecido de camino hacia la pira funeraria y, antes de encender el fuego, un familiar abría los ojos del difunto para permitirle de manera simbólica ver por última vez la luz, además de depositar una moneda en su boca con la que, según sus creencias, este podría pagar su viaje al más allá a Caronte, el barquero de la laguna Estigia. Una vez realizada la cremación, los familiares más cercanos al fallecido recogían los huesos y las cenizas, y los lavaban con vino añejo o leche, depositándolos después en una urna funeraria llena de flores que permanecía expuesta al público durante hasta casi una semana. 

Por otra parte, las flores también han estado muy presentes en los ritos funerarios cristianos desde la antigüedad, colocándose en las tumbas de los fallecidos con un marcado simbolismo que representaba así la presencia de Cristo en el alma de la persona.

A este respecto, el empleo de las coronas funerarias y su característica forma circular, también posee un significado metafórico, pues el círculo es una figura sin principio ni fin que representa el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección del alma en Cristo.  

Su uso más allá de lo ceremonial

Evidentemente, además del significado espiritual y ceremonial, la utilización de las flores en los ritos fúnebres también ha tenido históricamente una utilidad práctica, pues en la antigüedad los ritos funerarios podían extenderse durante días y, las condiciones de conservación de los cuerpos, no eran ni mucho menos de las que disponemos en la actualidad, por lo que las flores, con su aroma, servían para camuflar los hedores producidos por los cuerpos en descomposición. Se llegaba a sepultar el cuerpo de la persona fallecida antes del enterramiento como tal, literalmente bajo una “montaña” de flores que solo dejaba a la vista el rostro de la persona.

A medida que las técnicas de tanatopraxia fueron perfeccionándose, el empleo de las flores dejó de tener esta funcionalidad, pero se mantuvo invariable como elemento decorativo y ceremonial.

De hecho, en la actualidad, esta tradición de honrar a los difuntos con flores se realiza casi en todos los países del mundo, empleándose como una muestra de duelo y empatía con los familiares, y manteniendo su carga alegórica de la vida efímera.

Y, por supuesto, como ofrenda en las tumbas que preservan la memoria del amor por aquellos familiares y amigos que ya no están.

Simbolismo floral

La presencia de las flores en los rituales funerarios es una constante y, a este respecto, también el tipo de flor empleada se llena de simbología. Entre las flores más comúnmente empleadas encontramos las rosas, los gladiolos, las gerberas, los claveles, etc. 

  • Los gladiolos, por ejemplo, han sido considerados históricamente un símbolo de victoria y simbolizan la fidelidad y el recuerdo, por lo que es común encontrarla en casi todos los funerales en coronas y centros.
  • Las rosas tradicionalmente pueden tener distintos significados, pero por su belleza son un símbolo inalterable del amor hacia la persona que ha partido.
  • Los claveles han sido empleados en los ritos funerarios ya desde la antigua Grecia, donde fueron bautizados con el nombre de Dianthus (las flores de Dios). De hecho, es una de las flores más empleadas en ornamentación, sobre todo en sus gamas blancas y rosadas. Existen leyendas también en torno a su empleo, como la de que el clavel brotó a raíz de las lágrimas de la Virgen María a los pies del Gólgota. 

De esta flor, Cervantes diría que es cordial y su uso funerario está ampliamente extendido como representación del dolor, los vínculos, el amor, la admiración y el homenaje.  

  • Los lirios eran empleados ya en los funerales egipcios, griegos, hebreos y arameos. El significado de estas flores cambia en relación a sus diferentes tonalidades, pero en cualquiera de ellas, se encuentran valores que tienen que ver con el respeto, el amor, la bondad o la sinceridad.
  • En cuanto a la gerbera, una flor también muy empleada en funerales y tanatorios, simboliza la amistad y la pureza.
  • También se suelen emplear margaritas (lealtad, amor, fidelidad…), asturios (amabilidad), crisantemos (dolor, superación, sabiduría…), lisianthus (amor, compromiso…), orquídeas (respeto, clama…) y dragonaria (fuerza…), entre otras.

Un servicio funerario imprescindible

Las flores, por tanto, constituyen un servicio funerario imprescindible a la hora de honrar al difunto y acompañar a las familias en su duelo. Enviar coronas y flores en diferentes formatos a los familiares, indistintamente de las creencias religiosas, es una tradición profundamente arraigada en nuestra cultura. 

Funerarias Noega pone a disposición de las familias un servicio de floristería en el Tanatorio Jardín El Lauredal de Gijón, donde familiares, amigos y allegados del fallecido pueden comprar una gran variedad de composiciones florales: cruces, corazones, coronas, centros, ramos, palmas y flores del recuerdo, con una amplia variedad de tipos y colores que pueden ser seleccionados y combinados conforme a los gustos de sus clientes. Se pueden realizar arreglos completamente personalizados con el asesoramiento de los especialistas en floristería y hacer entregas urgentes garantizadas. Todos los trabajos florales están realizados por profesionales con la garantía de ofrecer siempre las mejores flores frescas y de la mayor calidad.

Además, no debemos olvidar que las flores, por su carácter natural, siempre aportan belleza y consuelo. En este sentido, el Tanatorio Jardín El Lauredal se encuentra ubicado en un entorno privilegiado, en pleno parque de El Lauredal, un jardín poblado de árboles centenarios que custodian la memoria y convierten el conjunto en el mejor rincón íntimo de Asturias donde despedir en paz a nuestros seres queridos.