La muerte: un trance inevitable
En Funerarias Noega, como profesionales del sector funerario, sabemos bien que, dentro del ciclo vital de cualquier ser humano y, concretamente en su etapa final, la muerte es un hecho universal e irremediable.
Cuando una persona se encuentra en esta última etapa y su fallecimiento se estima, médicamente hablando, ya como una certeza y en un plazo no muy lejano, bien sea a causa de una enfermedad aislada o debido a cualquier otra combinación de circunstancias que le ubiquen en un estado de extrema fragilidad, hablamos de situación terminal.
Los cuidados al final de la vida
Esos momentos en los que el esfuerzo terapéutico a nivel clínico pasa a sustituirse por el alivio de los síntomas constituyen un trance especialmente complejo, tanto para la persona como para sus seres queridos que, además, requieren de un apoyo psicológico y emocional para afrontar de forma más sencilla dicho proceso.
Este cuidado integral se conoce como cuidados paliativos. Y la labor de la psicología debe centrarse en proporcionar una respuesta profesional adecuada y contribuir con los recursos necesarios para la persona y sus allegados, a fin de:
- Despatologizar esta situación vital.
- Gestionar la ansiedad.
- Controlar y afrontar de manera adecuada el dolor y otros síntomas estresantes.
- Ayudar a la persona a conservar el sentido del control y a mantener la máxima actividad posible hasta que llegue la muerte.
- Aliviar la carga del cuidador.
- Apoyar la relación con los seres queridos.
- Minimizar y abordar el sufrimiento posibilitando un proceso de adaptación, tanto para la persona cuya vida finaliza, como para sus allegados.
- Apoyar a la familia durante todo el proceso y, tras el fallecimiento, en la etapa de duelo.
La labor de la psicología
Los profesionales de la asistencia psicológica al final de la vida
Como hemos señalado, en esta etapa la ayuda profesional a nivel psicológico y un apoyo emocional adecuado son claves a la hora de hacer más llevadera una circunstancia inevitable.
En estos momentos, tanto la persona que siente cercano el final como sus seres queridos precisan de un gran respeto por parte del profesional de la psicología, así como de una gran sensibilidad.
En este sentido, cualquier profesional debe tener una formación suficiente y adecuada, así como habilidades de autorregulación y comunicación para poder relacionarse de forma eficaz con personas que se encuentran en una circunstancia compleja, en la mayoría de las ocasiones, sobrepasadas por la intensidad de las emociones, la información adversa y la necesidad de tomar, no pocas veces, decisiones cruciales.
Además, es importante que el psicólogo sea capaz de manejar de forma flexible y hábil las diferentes técnicas terapéuticas, sabiendo adaptarlas a los requerimientos específicos de cada persona, amoldando estos procedimientos al escenario de fragilidad y vulnerabilidad que enfrentan.
También debe poseer formación en bioética, pues, como hemos señalado, son momentos en los que la toma de decisiones es especialmente difícil y determinante por las implicaciones que conlleva.
En este complejo lapso, el profesional de la psicología debe tener en cuenta el progresivo declive de la persona que agoniza, su fragilidad cada vez mayor y el incremento de las complicaciones que propician los estados afectivos adversos y dificultan la intervención. Pero, el objetivo es aplicar las estrategias más adecuadas para mitigar el padecimiento emocional, promover la reestructuración cognitiva, la relajación y cualquier otra técnica que suscite un estado de ánimo positivo para aminorar, en la medida de lo posible, el sufrimiento, así como el proceso de adaptación en esta etapa vital.
La importancia de familia y los allegados en el proceso
Junto con la persona que enfrenta su etapa final, la atención psicológica de los cuidados paliativos también contempla a los familiares y allegados afectivos que, por su parte, encaran una situación de cambio, las dificultades propias de tal circunstancia, estados emocionales desfavorables y el dolor de su ser querido, anticipando su pérdida.
Elaborar la despedida
También resulta esencial para las familias, en los momentos posteriores al fallecimiento, poder elaborar una despedida entrañable que posibilite comenzar a afrontar la nueva realidad, reubicando en el espacio psicológico al ser querido que ha partido. En este sentido, recibir una atención funeraria especializada hace más sencillo atravesar estos momentos difíciles.
En Funerarias Noega ofrecemos una amplia gama de servicios funerarios en Gijón, caracterizados por la transparencia, la calidad y la flexibilidad en su atención. Disponemos además de un equipo de profesionales formados en el proceso del duelo, con dilatada experiencia en ofrecer un trato cercano, personalizado y de confianza a las familias, centrando su energía en el acompañamiento y en proporcionarles todo lo necesario para despedirse de su ser querido. Todo esto sin olvidar el entorno, pues el tanatorio el Jardín El Lauredal dispone de salas con luz natural diseñadas para procurar a las familias una estancia cómoda y sosegada, en las que poder decir adiós a su ser querido con total intimidad, algo muy importante desde el punto de vista emocional y psicológico y que, en cierta medida, ayuda a reconfortarles en un momento tan difícil.