el duelo en los niños

Como profesionales del sector funerario, en Funerarias Noega, sabemos bien que la muerte, a pesar de formar parte esencial del ciclo de la vida, es siempre un evento complejo desde el punto de vista psicológico y emocional. En este sentido, el fallecimiento de alguien cercano puede resultar especialmente confuso y abrumador para los más pequeños puesto que, al no comprender qué ocurre cuando alguien muere, les resulta más difícil todavía afrontar una pérdidapersonal.
Esta confusión que puede aparecer en los niños frente a la muerte de alguien cercano podría llegar provocarles sentimientos de culpa o vergüenza, o exaltar sus miedos y preocupaciones si no se gestionan correctamente.
Por este motivo y, en función de su grado de madurez, es importante ayudar a los niños a gestionar de una forma adecuada las emociones que surgen cuando alguien de su entorno fallece.


¿Qué es el duelo?

El duelo es siempre un proceso distinto para cada persona y circunstancia. En el caso de los más pequeños, que están en desarrollo a físico, cognitivo y emocional, las características del duelo variarán también en función de su momento evolutivo.


Un proceso diferente en cada etapa vital


La edad del niño juega un papel importante en su capacidad para comprender un concepto complejo como es la muerte. En general, cuando el niño es muy pequeño percibe todas las cosas como vivas (juguetes, árboles, muñecos…) y, poco a poco, va aprendiendo a diferenciar entre los seres vivos y los objetos inanimados. Por esto, los niños en edad preescolar pueden sentirse especialmente confusos respecto del hecho de la muerte, pudiendo aparecer pensamientos que les lleven a esperar el regreso de la persona fallecida o a hacer suposiciones de que esta puede, por ejemplo, padecer frío o sentir hambre.
Poco a poco, con la conceptualización de las funciones vitales, los menores van comprendiendo que la muerte es un hecho irreversible. Y, en este sentido, la normalización de esta, entendiendo que es parte del ciclo de la vida, resulta fundamental para que puedan comprender y aceptar que una pérdida es permanente. Aunque pueda parecer contradictorio, entender que todos los seres vivos mueren les ayuda a minimizar los posibles sentimientos de culpa y de vergüenza frente a la misma.


Los adultos: un ejemplo para los más pequeños


A esto, cabe añadir la importancia que tiene en el proceso de duelo el grado de cercanía de la persona fallecida con el menor, así como otros factores que en los niños, al depender de los adultos, se vuelven centrales y abarcan desde su situación familiar, a las actitudes que mantengan los adultos próximos frente a este hecho.

De esta forma, el duelo será muy distinto para un niño en edad preescolar, al duelo en un niño de 4 a 6 años -etapa en la que la muerte es algo casi mágico- o al duelo en un menor que supere los 7 años, un momento del desarrollo en el que el duelo comienza a asemejarse al de los adultos y ya son capaces de comprender el carácter irreversible de la muerte.
Así, también será distinto en un entorno familiar en el que la pérdida se viva entre sus mayores de forma trágica o, por el contrario, se gestionen las emociones dándoles espacio, pero con mayor serenidad.

Consejos para apoyar a los niños durante el duelo


En líneas generales, podemos tomar una serie de medidas para hacer más sencillo este trance a
los niños:
Mantener la escucha activa y estar atentos a los posibles cambios o reacciones del menor frente a la pérdida: una buena comunicación es clave para evitar la aparición de estrés en
los menores. Tampoco se deben ocultar los sentimientos. Después de una pérdida, es normal que afloren las emociones y que estas traspasen en mayor o menor medida el funcionamiento familiar. En este sentido, será también más sencillo para el niño superar un momento tan difícil si los adultos comunican sus sentimientos abiertamente. Es decir: mostrar tristeza o cansancio, o dar una explicación al respecto puede ayudar al menor a comprender que expresar las emociones es normal. Del mismo modo, puede ser aconsejable dedicar un tiempo a hacer alguna actividad con la que disfruten y se distraigan, mostrándoles que también está bien reírse y que las emociones negativas no son para siempre.
Paciencia y comprensión: cada niño, en función de su edad y sus recursos, manejará la pérdida de diferente manera. En ocasiones, pueden aparecer rabietas o comportamientos diferentes a los esperados: falta de interés, caprichos, nerviosismo, etc. Algunos niños presentan regresión o pueden simular juegos en los que la muerte está presente. También pueden aparecer miedos a otra pérdida o a su propia muerte.
• La situación debe ser afrontada con naturalidad, entendiendo la capacidad del menor y arropando sus sentimientos con solidez y cariño.
Verdad y respuestas: no es aconsejable mentir al respecto de la situación, aun cuando las respuestas sean complicadas y deban adaptarse a la edad del niño. Se deben evitar expresiones como: “se ha marchado” o “se ha quedado dormido”, este tipo de frases pueden avivar miedos en los menores. Hay que tener mucho cuidado también con las frases que puedan generarles un exceso de responsabilidad o presión emocional como: “debes ser fuerte” “a (el fallecido) no le gustaría verte llorar” etc. Las mentiras, los silencios o las respuestas ambiguas pueden provocar mayor ansiedad y dudas en los pequeños. Es siempre más constructivo ofrecerles respuestas cuando pregunten de forma clara y sencilla.
Mantenga sus rutinas: tanto para los adultos como para los niños, el duelo es un proceso complejo que requiere una reubicación emocional en la vida diaria y, en este sentido, mantener las rutinas es de gran importancia a fin de recuperar el equilibrio progresivamente y obtener una sensación de seguridad.
No convierta la muerte o a la persona fallecida en un tabú: el recuerdo forma parte importante del proceso de duelo y de la superación de este. Recordar a la persona que se ha marchado e, incluso, establecer determinados rituales o tributos (hacer un álbum de fotos, visitar su lugar de enterramiento, etc) pueden ayudar a sanar de mejor manera y a integrar la idea de la muerte de forma menos dolorosa.
Ser un ejemplo para ellos: La muerte de los seres queridos es siempre difícil y dolorosa, pero también parte implícita de la vida y, sin duda, cada caso es diferente, pero será más fácil para los niños si observan en los adultos estrategias saludables de afrontamiento y autocuidado. El ejemplo de los adultos frente a la pérdida es la mejor referencia para los pequeños.


Profesionales del sector funerario


En Funerarias Noega, en Gijón, procuramos ayuda y consuelo a las familias en el momento de despedir a nuestros seres queridos. Brindamos atención funeraria especializada, tratando de hacer más sencillo un trance tan difícil.
Para ello, disponemos de un equipo de profesionales formados en el proceso del duelo que, mediante atención personalizada y un trato cercano a las familias, les proporcionan todo lo necesario para despedirse de su ser querido con todas las comodidades en unas instalaciones inigualables como las del Tanatorio Jardín El Lauredal.