En Funerarias Noega (Gijón) trabajamos para ofrecer el mejor servicio y la mejor asistencia a todas las familias que pasan la pérdida de un ser querido. Como profesionales, sabemos que se trata de momentos muy duros en los que, las familias y las personas cercanas precisan de calma y tranquilidad para poder enfrentar el duelo. Por este motivo, ponemos a su disposición al mejor equipo, adaptándonos a sus requerimientos, siempre de forma personalizada y con todas las garantías de calidad y la mejor de las atenciones.
Nuestro trabajo exige comprender el proceso de duelo al que se enfrentan las familias cuando fallece alguien cercano. En este artículo ahondamos en algunos puntos clave a la hora de ofrecer un acompañamiento adecuado.
¿Qué es el duelo?
El duelo es una reacción natural que aparece cuando alguien cercano fallece, desencadenando una respuesta emocional frente a la pérdida. Este proceso es muy diferente para cada persona, pero suele caracterizarse por la experimentación de dolor, incertidumbre, sensación de bloqueo y tristeza…
Son innumerables los factores que influyen en la evolución del duelo y las formas de afrontamiento son muy distintas de una persona a otra.
El duelo suele resolverse de forma natural tras un espacio de tiempo que también será diferente para cada individuo. En su resolución positiva, intervienen factores como el apoyo emocional que la persona que ha sufrido la pérdida reciba durante este trance.
Por este motivo, acompañar adecuadamente a la persona es muy importante.
Algunos consejos útiles
Interesarse
Antes de tratar de ayudar a alguien, debemos interesarnos por su estado preguntándole. Al igual que cada persona es distinta, también lo es su forma de enfrentar la situación y las necesidades que pueda tener.
Es fundamental no resultar invasivos o demasiado insistentes, adaptándonos a las respuestas y siendo comprensivos con las reacciones emocionales que la persona pueda tener. Hacer determinadas preguntas sencillas puede servirnos de guía: “¿Tienes ganas de hablar sobre lo ocurrido?”, “¿Te gustaría que te echara una mano hoy en tus tareas?”, “¿Puedo darte un abrazo?”, etc.
Estar presente
Cuando alguien que nos importa pierde a un ser querido, suele atravesar por un momento de shock, especialmente durante los primeros momentos. Y suele ser justo en esa primera etapa cuando más arropado suele estar, tanto por los familiares como por los amigos y conocidos que se acercan al tanatorio, o lo acompañan durante el funeral. Durante esos primeros días, es probable que la persona pueda sentirse algo abrumada, puesto que además de hacer frente a la pérdida, debe atender a las personas que se acercan a dar el último adiós a la persona fallecida. Pero, tras estos primeros momentos y con el regreso a la “normalidad”, la nueva ausencia suele ir haciéndose cada vez más patente.
Por este motivo, hay que mantenerse presente, no solo durante los momentos primeros, sino también después. Mostrar interés supondrá un enorme consuelo y un importante apoyo para que la persona pueda comenzar a retomar su vida.
Hablar de lo ocurrido
La muerte continúa suponiendo un tabú para muchas personas y, especialmente durante el trance del duelo, son muchos los que evitan hablar directamente acerca de lo ocurrido, especialmente con los más allegados al fallecido. Pero, contrariamente a lo que pudiera parecer, una buena manera de normalizar la situación y de ayudar a la persona que pasa por el duelo es hablar abiertamente acerca de este hecho y no evitar nombrar a la persona fallecida. Esto puede ser también parte de la sanación y una expresión de cariño que propicie consuelo. Evidentemente, siempre debe hacerse con suficiente tacto y teniendo en cuenta que no todas las personas estarán motivadas a hacerlo.
Evitar los juicios
Debemos evitar realizar juicios sobre el modo en el que cada persona hace frente a su proceso.
Mientras que algunas personas necesitan exteriorizar su dolor, para otras resulta mucho más difícil. En este sentido es importante mantener un gran respeto y no juzgar en ningún punto la manera particular a la hora de enfrentarse a esta situación.
No invalidar las emociones de la persona
Algo relativamente común es tratar de animar a la persona que atraviesa por una pérdida e intentar que se sienta algo mejor, pero hay que tener mucha delicadeza y no cometer el error de, a fin de conseguirlo, terminar por invalidar las emociones de la misma.
El duelo se caracteriza por una gran intensidad emocional, en la que los sentimientos y estados de la persona varían y fluctúan, muchas veces, de un momento a otro: ansiedad, tristeza, rabia, incredulidad… cualquier emoción es válida en un momento así.
No dar consejos si no los piden
Ocurre algo parecido con los consejos, que siempre se ofrecen con la mejor de las intenciones, pero el duelo es un momento especialmente sensible, en el que, el mejor acompañamiento se basa en el respeto y la presencia.